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28 octubre 2020

UN RECUERDO (Microrrelato)



UN RECUERDO 

En mi pueblo todos los martes primeros de mes se formaba una cola de amas de casa, a veces tan larga, que venía el cabo de la guardia civil para que no se alterara la tranquilidad. Aquel llano separaba el grupo escolar de las viviendas de los maestros y servía como patio de recreo las mañanas de colegio, pero por las tardes, mientras los alumnos estaban en las permanencias, funcionaba casi como otra plaza más del pueblo y era allí donde el ditero llegaba con su moto Guzzi, se hacía oír con su bocina y sacaba su libreta. Las mujeres acudían para pagarle cada cual su dita y aprovechaban ya para verse, charlar y contarse unas a otras el devenir de sus vidas. A veces había tirones de pelos, por eso lo del cabo. Después de un buen rato anotando las entregas y contando las pesetas y los duros, arrancaba su motocicleta roja, se despedía hasta el próximo mes y enfilaba para el próximo pueblo. Mi hermano mayor era un muchachote que ya presumía ante las mozas del pueblo, fumaba cigarrillos de matalauva e hinojo y se peinaba con brillantina, y como no era muy amigo del trabajo en el campo, imaginaba maneras de ganar unas perras de vez en cuando. Se apañó para convencer al ditero de que era mejor para él venir los sábados que los martes. Y así ocurría que la explanada se llenaba también de niños cuando sus madres estaban haciendo cola con el dinerito preparado. El primer sábado del mes siguiente fue sensacional. Al cabo se le acumulaba el trabajo cuando mi hermano, con su pantalón negro, su camisa blanca y su gorro de plátano, llegó voceando "al rico coqui, al rico coqui".




27 octubre 2020

LEGADO (Microrrelato)

LEGADO 

Este verano he viajado al pueblo donde nací. Muchas veces antes había querido hacerlo, pero siempre acababa aplazando el proyecto por distintos achaques de madre. La necesidad de obtener una partida de nacimiento fue la excusa para decidirme. Me planteé pedirla telemáticamente, pero me pareció una buena ocasión para alejarme y descansar de mamá. Además, porque yo no conocía mi pueblo. Nací allí durante una estancia obligada de mis padres y cuando cumplí ocho meses trasladaron a padre y nos mudamos aquí. En pocos años un accidente se lo llevó y desde entonces mi madre y yo vivimos solos. Con la paga que le quedó, madre, viuda de un sargento de la guardia civil, pudo a duras penas seguir adelante con un crío de apenas seis años.
Curiosamente, el caserón donde nací, hoy es la librería y biblioteca del pueblo y sede del Juzgado de Paz. Me trataron muy amablemente y después de registrar mi solicitud, me emplazaron para recoger el papel al día siguiente. Pasé la tarde paseando y notando sobre mí demasiadas miradas. Dormí inquieto sin saber el motivo. Acudí temprano al juzgado y me entregaron la partida. Me dijeron hoscamente que nunca más pisara aquel pueblo.



12 octubre 2020

UNA SUERTE (Microrrelato)


UNA SUERTE

Me hace entrar en mi nuevo hogar con los ojos vendados. Imagino la entradita: pintada de blanco, plafón al techo, un mueblecito tocador con cajones, sin patas, cogido a la pared, rectilíneo todo, de fácil acceso. Así me lo describieron mis padres. Ya sin escaleras, mi dormitorio a la izquierda, con baño en suite. Dice que es mejor que sea el mío, que así tengo que moverme menos. También me dice que ha sido una suerte vender tan rápido la casa y comprar tan baratito. Y que me adapte tan bien a la silla de ruedas. Yo casi no contesto. No quiero ni preguntarle por mi moto.


UNA SUERTE 

05 octubre 2020

INVENTARIO (Microrrelato)



INVENTARIO


Ya estoy en casa, Lola, ya estoy contigo. Siento haber tardado más que habitualmente. El inventario no ha sido fácil, ¿sabes? Anda ven a mi lado, siéntate aquí. He hecho relación de todos los bienes que tengo, que valgan en un futuro para satisfacer demandas. Toma, ¿quieres un poco de agua? Dibujé una línea en el cuaderno haciendo dos columnas. Una la llamé “inventario” y la otra, “stock”. He seguido instrucciones que consulté por internet. Allí sentado en el parque, por mucho que pensaba, en cada columna solo he escrito tu nombre Lola. Anda, tráeme tu correa, vamos a pasear.



04 octubre 2020

UN LIBRO, UNA CANA


UN LIBRO, UNA CANA

A veces parece que las reglas convencionales de la física son solo eso, convenciones. A menudo veo que el tiempo no transcurre linealmente, de un principio en adelante, dejando atrás lo ya vivido, sino que, lo ya vivido, se queda constantemente presente, si bien se va solapando con otras vivencias que también se van quedando para siempre. El tiempo trabaja a tiempo completo, No sé, en una biblioteca cada volumen está en un lugar diferente, pero todos están disponibles al mismo tiempo. Hoy, por ejemplo, en el desayuno, con el último sorbito de café, te he mirado el pelo, he mirado tu pelo de hoy, y he pensado en esas canas como si fuesen el tinte del tiempo. Es tu pelo. La misma melena de ayer, de siempre. Pero hoy el color blanco nos confunde, no es el color de tu pelo, es todo lo vivido sobre tu cabello. Toda la vida.

Pasa cuando te beso ¿sabes? Sí, no lo puedo negar, es evidente que cada beso que te doy es un fugaz instante que se superpone a otros momentos insignificantes, pero ese pequeño beso, lo es todo. No sé cómo decirte. Un libro. Una cana.