LÉEME EN TU IDIOMA

28 julio 2020

EX LIBRIS (Microrrelato)

EX LIBRIS (ERATÓ)

Al poco de irnos a vivir juntos comencé a observar que mis pensamientos se iban haciendo algo así como poéticos, no se, al menos, literarios y que, a ratos, mi forma de hablar era acompasada y sonaba agradable, aunque quizá algo compleja. Ella, sin embargo, parecía entenderme pues festejaba todas mis ocurrencias.
Un par de meses tardé en darme cuenta de que aquella casa estaba llena de versos sueltos. No ocupaban espacio, digamos que flotaban invisibles por todas partes. Y yo aprendí a notarlos, a leerlos, a sentirlos y fue un don para mí. En un año gané varios premios de poesía y mis libros fueron traducidos y comentados en revistas de literatura.
Fue cuando me dejó por otro, que la fuente empezó a secarse, como si las palabras se fueran disipando con la respiración. Ya no tenemos nada íntimo, me dijo, y se fue, llevándose todas mis palabras.



14 julio 2020

EL CROMATÓGRAFO (Microrrelato)



EL CROMATÓGRAFO

Diseñó una aplicación que funcionaba de forma parecida a los análisis médicos de detección por sistemas reactivos, como la prueba del embarazo por ejemplo o de la Covid-19, que le aplicas unas gotas al reactivo y salen unos marcadores de color que arrojan un resultado positivo o negativo según los casos. Aunque lo suyo no era de laboratorio, en su app había combinado muchos elementos reactivos, pero todos virtuales, nada físico, de forma que, cuando la implementó en su ordenador, funcionaba como un curioso procesador. Primero introducía un texto escrito y luego lo leía con su propia voz, con la entonación adecuada, el volumen correcto, la cadencia precisa y el énfasis requerido. Entonces la pantalla le mostraba unas manchas coloreadas, una imagen, imprecisa de formas, pero muy bien delimitada por zonas de color, de múltiples colores, en todos los tonos de intensidad, de todas las gamas primarias y todas las combinaciones posibles entre ellos. Cada color era el reactivo de un concepto diferente. Así analizaba si el texto era más o menos romántico, o quizá pasional, si resultaba fácil su comprensión o era demasiado complejo, cuánto tenía de originalidad, de fantasía, de científico o de absurdo, cómo llegaba a emocionar, a intrigar, o incluso a asustar, en fin, calibraba si el escrito estaba bien ponderado en la búsqueda de sensaciones. A la vista del resultado que mostraba la pantalla, con el ratón modificaba a su conveniencia las zonas de colores, aumentando o disminuyendo, destacando o difuminando según qué áreas, hasta lograr el efecto plástico deseado, que estampaba sobre lienzo. Luego revertía el proceso para generar un texto nuevo, basado en el original, pero mejorado cromatográficamente. Sus lectores decían que flipaban en colores y con su obra pictórica le gustaba realizar exposiciones que hacía coincidir con la aparición de sus nuevos éxitos editoriales.





03 julio 2020

GAMBITO (Microrrelato)

GAMBITO

Después de peón cuatro rey y siete movimientos más, resuelta la apertura, veo que tengo varias opciones para seguir. Una variante me puede adentrar ya en un bonito ataque, pero puede ser prematuro y salir mal. Otro movimiento, más posicional, me serviría para organizar una partida mejor elaborada, pero tú seguro que lo adivinas y eso tampoco me vale, esa estrategia es muy común y todos la desechamos. Un salto de caballo puede valer, quizá parezca que voy a por aquel peón cuando en realidad lo que quiero es dejar hueco para una escaramuza. Varias jugadas de distracción más y algunos movimientos tácticos dejan ver ya perfectamente planteado el medio juego. Ahora hay que moverse con mucho aplomo para afrontar el final... 

Te vas quedando sin piezas, sin apoyos. Se te caen las torres. Los peones se van uno tras otro. Tu dama sucumbe. Alguna casilla negra tienes que atravesar, pero vigilando la diagonal del alfil que desde lejos te tiene condicionado... Pero es que hay que lograr una posición favorable para obtener ventajas posteriores.

  Para contarte lo que es la vida, hijo, lo intento sobre mi tablero de ajedrez ¿me ves? Lo que pasa es que yo no soy un jugador que medite sus jugadas. Yo no vi mis oportunidades y nunca quise verme comprometido. Me escaqueaba por los escaques, ja ja ja, qué risa. La presión me pudo, me sentí derrotado y abandoné. Me di cuenta de que la partida no jugada era la buena. ¿Me ves?