LO QUE VALE UN PEINE
A veces enajenado y confuso, a veces dócil y aplacado, el cabello se amolda al tiempo.
Mi pelo moreno, gris o ya cano. Su melena castaña, teñida o decolorada. Ella me lo corta con la máquina. Yo le pongo los tintes. Más largo el suyo y casi rapado el mío. Lacio y en calma en ocasiones, u ondulado cual la brisa de poniente. Suelto al aire o recogido de los malos vientos. Su pelo, siempre bonito y amoroso. El mío, más ralo e hirsuto, traviesa coronilla, flequillo inquieto. Es curioso que usemos el mismo peine. Este que tiene, lo he contado, treinta y nueve púas.