LÉEME EN TU IDIOMA

03 diciembre 2022

LA PEANA (Microrrelato)



LA PEANA

Qué alegría me dio encontrar a McGregor en el fondo del cajón de los juguetes antiguos. Mi vaquero favorito, siempre apuntando con su Winchester, bien apoyado en su hombro y haciendo un perfecto equilibrio en la peana. Cuántas aventuras vivimos juntos... me encantaba jugar con él y le tomé mucho cariño, hasta lo pinté de colores para que no pareciera tan simple, tan de plástico. Pasábamos mucho tiempo en Fort Apache... Qué recuerdos!

Lo encontré hace pocos días. Tenía una pierna separada de su peana a causa de una rotura y ya no se mantenía en pie, sin duda aquella fue la causa por la que le fui dando de lado. Ahora me parecía una crueldad haberlo arrumbado por eso y quise rehabilitarlo. Ven conmigo, McGregor, le dije, voy a curarte esa pierna y luego te pondré en la vitrina de mi cuarto, junto a tu caballo Rayo.

Corté con cuidado la unión que aún tenía con la peana y saneé bien el roto de las piernas que, separadas y abiertas, encajaron estupendamente en la montura del caballo, los repasé de pintura y los puse a secar en mi escritorio cerca de la ventana mientras le hacía un buen sitio en la estantería.

Confieso que me asusté un poco cuando oí relinchar a Rayo. Lo miré y vi cómo McGregor me saludaba desde su grupa, sombrero en mano, a modo de despedida, dándome las gracias por haberlo liberado. Llevaba tanto tiempo pegado al suelo y tantos años en la prisión del cajón, me dijo, que ahora que era libre tenía que vivir su propia vida. Que no me preocupara por él, que no me guardaba ningún rencor pues había disfrutado de verdad de mi infancia, pero que ahora, que igual que yo, había crecido y tenía los pies en la tierra, necesitaba darle un verdadero sentido a su existencia. Yo no pude articular palabra y, después de un corto silencio, me pidió por favor que le abriera la caja de zapatos donde guardaba la tribu de los cheyenes.



22 agosto 2022

RECADOS VENIALES

 Es mi primer libro de microrrelatos, una colección de sesenta historias sorprendentes.

En Recados veniales se combinan dos buenos licores que dan lugar a un cóctel gustoso de paladear. Por un lado, microrrelatos que cuentan historias: relato negro, de suspense, de terror psicológico, de amor, de ciencia-ficción. Y por otro, pequeñas joyas líricas que son pura poesía de sentimientos y emociones. No hay respiro ni descanso en Recados veniales. Una serie de textos cortos, como rayos en la tormenta, dan paso a otros algo más largos que siempre nos dejan con ganas de más y parecen ser el germen de un cuento más extenso que tiene todavía mucho que decir. Juan Manuel posee el difícil arte de desconcertar, sorprender, emocionar, sobrecoger o inquietar, con una naturalidad desprovista de adornos ni florituras. La vida misma se asoma a sus historias y él nos lo va contando desde la barandilla de su balcón.

Si te interesa, lo puedes adquirir pulsando este enlace que te lleva directo a la tienda online de Editorial Anáfora o me lo puedes pedir por privado y te lo envío dedicado y firmado.

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Regalar un libro es una buena costumbre que, además, no sale nada cara.



22 junio 2022

REFERENTE (Microrrelato)

  


REFERENTE

Él siempre piensa en mí. Lo noto, lo siento. O lo presiento. Es como si me mirara desde la invisibilidad de su mundo, aun siendo su mundo también el mío. No se esconde, me piensa de continuo, hace crítica de mis conductas y, con el conocimiento adquirido, logra justificar mis errores o encuentra perdones para mis ofensas a la ética. Parece asentar su existencia en las bases que yo mismo me construyo sin pensar siquiera en él. Se acomoda, se amolda en paz. En una simbiosis unidireccional, el anciano que seré me espera tranquilo. Y no sé si también me apremia.



02 junio 2022

TIEMPO MUERTO (Microrrelato)

TIEMPO MUERTO

Se mostró tolerante cuando llegó con esa despreocupada sensación de que allí iba a perder el tiempo. Había dejado cosas a medio hacer, en proyecto varias visitas a familiares y amigos, pendiente la lectura de algunos libros que le habían llamado la atención o le fueron recomendados y mal sabor de boca por no haberse despedido bien de su cónyuge. Además, con las prisas, el paseo con su perrita se había quedado esperando...

Mientras sí, mientras no, su cabeza seguía trabajando. Había estado contabilizando los minutos trabajados por sus empleados para calcular las horas de productividad, cuando su reloj de fichar le dio fallo. Y allí estaba ahora, esperando pacientemente que alguien lo arreglara.

Me lo contó días después, ya consciente y sin sedación, mientras, gota a gota, recuperaba el ritmo normal de su corazón tras la sacudida. Me dijo haber tenido entonces la visión en capítulos de su pespunteada vida, en tanto que su corazón (tic tac) latía a golpes de mi desfibrilador.




CONDENAS (Microrrelato)

CONDENAS

La prensa la calificó de condena ejemplarizante, incluso salió en la tele, decían que era pionera, avanzada, porque aquello era maltrato...
En la celda, de tres por tres, al menos, tenía una cama pegada a una de las paredes, y, al lateral, por el lado de los pies, un minúsculo lavabo, aunque sin espejo, y, algo más allá, la letrina. Frente a la cama, una mesa hecha de obra sostenía, en una esquina, un vaso de plástico con el cepillo de dientes y otros artículos para la higiene. Precaria, sí, pero tenía higiene.
Lloraba arrepentido porque, ahora, era capaz de asumir las acciones pasadas sin eludir las consecuencias de su culpabilidad. Se dio cuenta de que había vivido solo para trabajar, para producir, competir, doblar turnos, comer un bocadillo y seguir, seguir, seguir. Seguir para qué, joder... ahora lo borraría todo. Pero ya era tarde, por eso lloraba, porque ya era tarde y porque lo había hecho una y otra y otra vez. Y lloraba de una forma sincera desde el momento que comprendió y reconoció la crueldad de lo que hacía con Trueno, su mejor amigo... dejarlo encerrado cada día... tantas horas... en aquel balcón... a pienso y agua... a la intemperie...




17 mayo 2022

EL PUNTO DE MIRA (Microrrelato)

 

EL PUNTO DE MIRA




Lo recuerdo jugando conmigo. Desde lejos me apuntaba con su dedo y decía: ¡muere, villano! y terminaba disparando ¡pum, pum!. Luego siempre soltaba alguna lindeza, como: "los hijos de bellas princesas solo mueren de mentirilla" y cosas así.
Cuando mi madre me llevaba al cole siempre estaba para piropearla y "matarme". Yo hacía el gesto de morirme dando un gritito de queja, pero mamá continuaba en silencio sin pestañear. Así todo cuarto de primaria. Hasta que me vio hablarle a mamá en lenguaje de signos y comprendió lo improductivo de su estrategia.
Tras el verano, en la calle, no se oyó un disparo. Se olvidó de mí. No se lo perdono.



Microrrelato ganador del 17º Concurso de Microrrelatos de Radio TV Lavapiés.




25 abril 2022

IMPRONTAS (Microrrelato)

 



IMPRONTAS

Parecía que el padre jamás saliera del sótano. Allí tenía montado su taller, muy ordenado todo, cada herramienta en su lugar, algunas en la pared, colgadas de alcayatas: alicates, martillo, sierra, hacha; otras bien dispuestas sobre la mesa de trabajo: destornilladores, limas, cúter; todo nuevo y colocadito en la misma posición. Nadie comprende cómo generaba tanto ruido.

La madre estaba siempre trajinando en la cocina. Hija de carnicero, manejaba los cuchillos de la tacoma con maestría y dedicación inusitadas. Decapitaba pollos y destripaba conejos para trincharlos y cocinarlos en sabrosas salsas. Los aromas asombraban por ser tan espesos y duraderos.

El hijo, como aún no tenía edad de escuela, pasaba los días buscando diversión por la casa. En las noches jugaba a ser mayor practicando aparecer y desaparecer en la oscuridad del dormitorio rosa. Era cuando Teresita castañeteaba los dientes bajo estas sábanas de corazoncitos estampados que nunca la protegieron.




29 marzo 2022

URIEL Y AZRAEL (Microrrelato)


URIEL Y AZRAEL


Las primeras luces sonrosadas invitaban vergonzosas a gozar de su virginal caricia, a postergar de nuevo la oscuridad, a dar por vencida la malévola noche.
Cuando desperté notaba aún el vapor de su respiración, la brisa formada por sus alas removiendo la neblina del sueño, la nube de su aroma... y eché de menos su presencia. Indefenso, pero agradecido por el frescor de la mañana, acepté la aurora en solitario, aun sabiendo que aquel vacío que empezaba a sentir, iría creciendo, inexorable, aunque despacio, y convertiría en tediosa la espera. La luz, que ahora se envalentonaba con resplandores, paulatinamente agotaría sus brillos rindiéndose otra vez a su regreso.

Cuando al cabo se produjo el vencimiento de la luz tras el mínimo centelleo del atardecer y ya no cabían cambios ni enmiendas sino acaso percibir el leve peso con que languidece el cielo, llegó de nuevo para poseerme, me ofreció su cauce y, ya inmerso en la riada, inundado al fin en su negrura, monté en su grupa, batió sus alas y me llevó a su inefable reino.

 

13 febrero 2022

INTERFAZ (Microrrelato)

 INTERFAZ

A su modo era feliz, eso decía. Tenía un banco en el parque. Debajo guardaba una bolsa para llevar sus pertenencias, a saber, algo de ropa, unas botas, su peine y el sombrero.

Aquel era su mundo, dos kilómetros de zona peatonal arbolada, con bancos para descanso y disfrute de paseantes, un mundo paralelo al otro por donde fluía el tráfico y se agolpaban vidas ajenas. 

A veces recorría todo el ámbito, para saborear su felicidad, y se dedicaba a observar los viandantes. Había quien ni se percataba de su presencia, quien le dedicaba apenas una mirada casual, quienes lo obserbaban con curiosidad, pero muy pocos podrían reconocerlo si se lo encontraran por otros lugares. Él, sin embargo, distraía su tiempo analizando y escrutando personalidades y adjudicando nombres para familiarizarse con los asíduos. 

Un día, de esto hace ya bastantes años, alguien llegó con unos papeles y le explicó que era el único heredero de una fortuna. 

Ahora recorre el parque cada atardecer y busca en los bancos al hombre que fue, esperando encontrar aquel perdido modo de ser feliz. 

Pero aquellos viejos bancos ya fueron sustituidos por éstos que tienen wifi y están equipados con cargadores micro USB.