UNA GATITA DESPISTADA
Han sido pocas las ocasiones en que mis vecinas me han pedido ayuda. Son dos hermanas que viven con su madre. Ellas se van a trabajar y la dejan sola porque, aunque mayor, está muy ágil y es hacendosa con las tareas domésticas. Como saben que estoy jubilado y apenas salgo, cuentan conmigo si surge algún problema que no pueda esperar. Una vez por un corte de luz, otra porque una corriente de aire cerró la puerta. El otro día fue otra cosa. La madre llamó asustada por la presencia de un ratón en casa y su hija me pidió por teléfono que por favor la socorriera.
Ya con ella, seguía la pista de un leve run run que se oía, como un roer. En silencio y casi de puntillas nos movíamos buscando el origen del ruido cuidando de no espantar al roedor para cazarlo. Aquel sonido confuso e insistente me llevó a un dormitorio. Parecía como si algo raspara la madera y, localizado en la mesita de noche, colocando la mano encima se notaba una pequeña vibración. Poco a poco y muy despacio, al abrir el segundo cajón, pude ver, sobre unas braguitas rojas, que un satisfyer estaba funcionando.