Lo conocí en el pasillo de los probadores, había cola, me pareció guapo y entablamos conversación. Me contó que su trabajo consistía en poner etiquetas, así que cuando me llamó prenda, le dije que me pusiera una.
- Vivita y coleando, me dijo. Interpreté lo de vivita como alegre y vivaracha y entendí lo de coleando por estar allí, esperando turno...
- Aún me conoces poco, le dije, ya tendrás tiempo de ponerme alguna más acertada ¿no crees?
- Entonces tendremos que conocernos mejor, contestó...
Con el tiempo, mientras se asentaba nuestra relación, me puso muchas, y me hablaba siempre de la necesidad y la importancia de su trabajo. Gracias a eso, conocí y aprendí a valorar sensibilidades distintas, nuevas para mi.
Ahora que ha pasado tanto tiempo, pienso en aquel pasillo como símbolo del camino que nos llevara a recorrer juntos nuestras vidas.
Hoy, después de tantos años de convivencia en la salud y en la enfermedad, con todo su amor y tanta dedicación, ha besado mi frente y me ha colocado la etiqueta definitiva en el pulgar del pie derecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario