LÉEME EN TU IDIOMA

14 julio 2020

EL CROMATÓGRAFO (Microrrelato)



EL CROMATÓGRAFO

Diseñó una aplicación que funcionaba de forma parecida a los análisis médicos de detección por sistemas reactivos, como la prueba del embarazo por ejemplo o de la Covid-19, que le aplicas unas gotas al reactivo y salen unos marcadores de color que arrojan un resultado positivo o negativo según los casos. Aunque lo suyo no era de laboratorio, en su app había combinado muchos elementos reactivos, pero todos virtuales, nada físico, de forma que, cuando la implementó en su ordenador, funcionaba como un curioso procesador. Primero introducía un texto escrito y luego lo leía con su propia voz, con la entonación adecuada, el volumen correcto, la cadencia precisa y el énfasis requerido. Entonces la pantalla le mostraba unas manchas coloreadas, una imagen, imprecisa de formas, pero muy bien delimitada por zonas de color, de múltiples colores, en todos los tonos de intensidad, de todas las gamas primarias y todas las combinaciones posibles entre ellos. Cada color era el reactivo de un concepto diferente. Así analizaba si el texto era más o menos romántico, o quizá pasional, si resultaba fácil su comprensión o era demasiado complejo, cuánto tenía de originalidad, de fantasía, de científico o de absurdo, cómo llegaba a emocionar, a intrigar, o incluso a asustar, en fin, calibraba si el escrito estaba bien ponderado en la búsqueda de sensaciones. A la vista del resultado que mostraba la pantalla, con el ratón modificaba a su conveniencia las zonas de colores, aumentando o disminuyendo, destacando o difuminando según qué áreas, hasta lograr el efecto plástico deseado, que estampaba sobre lienzo. Luego revertía el proceso para generar un texto nuevo, basado en el original, pero mejorado cromatográficamente. Sus lectores decían que flipaban en colores y con su obra pictórica le gustaba realizar exposiciones que hacía coincidir con la aparición de sus nuevos éxitos editoriales.





2 comentarios: