LÉEME EN TU IDIOMA

27 mayo 2023

PURRIA (Microrrelato)



Mi futuro lo decidió mi madre besando la mano de su adorado hermano mayor, el cura. Mi tío me enchufó de auxiliar en la Residencia Sacerdotal. Así, la edad en que más debía divertirme, salir por ahí, ir a bailar o beber cubatas, la pasé lavando culos ancianos. Y no eran culos cualesquiera, sino de curas, de obispos, de cardenales… culos por donde salían o se escapaban las mierdas que habían atesorado durante sus oficios… pecados inconcebibles que jamás habían confesado y ya no aguantaban más, salían a borbotones; oscuros secretos se abigarraban y asomaban por los esfínteres, cual almorranas; antiguos estupros cometidos ya no sabían cómo seguir escondidos y escapaban malolientes; manoseos, sobeteos y magreos impúdicos chorreaban acuosas por las nalgas de tanto viejo; chapoteos y espasmos de rancias masturbaciones salpicaban a veces, y aun, de vez en cuando, ensayaban erecciones mientras les aplicaba bálsamo tras el aseo.
Estaban muy contentos conmigo, pero no me renovaron. En unos meses murieron diez de los más mayores y, antes de llevar allí dos años, se quedaron sin residentes. Mi contrato era de fin de obras y servicios, así que acepté la indemnización y el finiquito.



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