LÉEME EN TU IDIOMA

25 agosto 2019

EN VIA MUERTA (Microrrelato)

EN VIA MUERTA

He pensado en ello muchas veces  durante mucho tiempo y ahora sé sin un ápice de duda lo que pasó.
Yo me encontraba, como otras muchas veces, en ese momento de la vida que todos conocemos alguna vez, que estás estancado, desorientado, indolente. Los días pasaban iguales, repetidos. Mis acciones no se diferenciaban mucho de mis omisiones y la sentimentalidad solo era un concepto del intelecto que, por otra parte, parecía aletargado. Era una persona sin origen ni destino. Hoy lo tengo claro, yo estaba esperando que tú aparecieras desde aquella oscuridad, desde la nada, me sacaras de aquel boquete y me pusieras en movimiento. Te esperaba.
Entonces te ví, como a través de una ventana, y una especie de voluntad incontrolada me llevó a tu lado. Sentí una sacudida en todo el cuerpo. Te acompañé, me acompañaste. Todo cambió.

Mis poros fueron despertando y trazaban en mi piel un mapa de sensaciones recuperadas y en mi pecho volvieron a anidar aquellas aves olvidadas. Me instalé en tí y en mí instalé también toda tu parafernalia. Contigo aprendí a prevenir encuentros inesperados, a adelantarme a los movimientos más incómodos, a anticiparme a las nuevas posiciones que me ofrecías. Contigo codo a codo.
A veces teníamos a nuestro alrededor, como una vorágine, el mundo. A veces todo abstracto, o puede que surrealista, no sé. Tú me llevabas de un sitio a otro sin que yo pudiera evitarlo, aunque con mi consentida aceptación. Pero sin poder imaginar a dónde me conducías o dónde ibas a ser capaz de dejarme al fin. Cada etapa que vivías conmigo te acercaba a mi olvido y, casi sin quererlo tú, volvería a ser un desecho tuyo. Hoy lo sé.

Nuestro encuentro promovió una relación sumisa para mí. Yo me sentía muy vivo pero no era capaz de tomar decisiones. Todo era orquestado por ti. Cierto que yo y todos mis sentidos funcionaban a tope, pero solo como un mero observador. Llegado un momento, crucial en nuestra relación, pude tomar una decisión, solo una desde que viajamos juntos. Sentí que, como presentía, el futuro que acechaba no era para mí, que de alguna manera, tu camino había sido también el mío pero que ya ahora me sentía seguro, en mi lugar, me encontraba en mi sitio, y decidí que aquella parada que hiciste era la señal para bajar del tren y dejarlo todo otra vez. Nada te afectó. Observé unos instantes cómo seguías tu ruta sin mirar atrás.
Dicen que el amor no tiene medida. Yo puedo decir que te quise un metro.



4 comentarios:

  1. Todos hemos vivido algún amor efímero que pasó fugazmente por nuestras vidas... Me encanta, papá 😘 😘

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Juego también con la ambigüedad de que ese amor esté personificado en el metro en sí... Lo ves tú así?

      Eliminar