HISTORIAS DE RISA PARA NO REIRSE
Capítulo 3
- Estaban acostumbrados a no verse todos los días. El
trabajo de ambos les exigía turnicidad y los dos tenían asumido ese
contratiempo en su convivencia. Quizá se podría decir que ninguno lo
consideraba como un contratiempo sino que casi lo tenían como una ventaja, ya que
les ayudaba a mantener la relación más fresca e intensa, esquivando la
monotonía que suele instalarse en las vidas rutinarias y repetitivas. Eso
decían a sus amistades. Vivían tanto tiempo solos uno y otro que la persona
encargada de la limpieza y el mantenimiento del apartamento no pensaba que allí
conviviera una pareja de enamorados. Ni siquiera veía ropa para dos.
Tenían muy perfeccionado el sistema de las notitas
escritas. Lo usaban para casi todo: “Cuando puedas pasa la aspiradora” o “El
congelador está casi vacío” o “Ya ha venido el de la inmobiliaria y le he
pagado el alquiler” o “Hoy te he echado de menos muy especialmente, te quiero”
o “Estoy deseando que llegue ya el día uno” o “Avión ya”.
En una cajita de cartón decorado, comprada en los
chinos, guardaban sistemáticamente las notitas una vez que ya se habían leído.
Era como un álbum de recuerdos, algunos banales y otros más trascendentes.
Entre las entrevistas realizadas a sus amistades y a
los trabajadores del casero y el análisis del interior de esa cajita, Sr.
Comisario, hemos podido determinar que a esta pragmática parejita de
homosexuales (o a este par de maricones, como a usted le gusta llamarlos) no les
ha pasado nada, excepto que les han allanado y robado el apartamento. Ellos se
encuentran de viaje celebrando su 25 aniversario y, gracias a sus allegados, ya
hemos podido contactar telefónicamente con ellos para darles conocimiento del
hecho.
- Muy bien, Pérez. ¿Les ha informado de sus derechos
como víctimas? ¿Qué han dicho? ¿Van a denunciar?
- Sí, Sr. Comisario, van a poner la denuncia por el
robo y van a interponer una querella contra usted por delito de odio.
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