DISPARES Y NONES
Por eso se fue del colegio. Quería hacer la primera
comunión vestido con diadema y un vistoso vestido blanco de tul. Aquella
intención anunciada antes de tiempo por Martinito causó mucho revuelo entre
profesores y alumnos primero, y entre padres y madres después. Al final, se
cambió de colegio.
Pero éramos vecinos, vivía en mi bloque, dos plantas
más arriba. Crecimos juntos. Yo lo veía cada día ir y venir con su madre a la
academia de baile por las tardes. A veces, los días sin cole, o en vacaciones,
nos juntábamos un grupito de chicos y chicas para charlar de nuestras cosas y
compartir vivencias. Estar juntos, en fin, viviendo su historia junto a la mía.
Hasta que se fue a vivir a otro barrio, al otro lado de la ciudad.
Creo que ya lo envidiaba. Durante estos años lo he
recordado en muchas ocasiones, si he necesitado apoyo moral, o alguna inyección
de optimismo. Martinito era mi alter ego. Ayer, después de tanto, nos
encontramos.
Ahora veo que su determinación, su ánimo, su
perseverancia y su sinceridad con su cuerpo, lo han convertido en Martina. Y no
sabes cómo la envidio.