ALUSIÓN, ILUSIÓN
En su programa siempre intentaba que los oyentes
participaran. Y no solo en directo a
través del teléfono sino también por otros medios. Cada noche facilitaba la
dirección de correo electrónico, un apartado de correos y el número de móvil
donde recibía los WhatsAap.
La franja horaria que el programa ocupaba en el aire era
bastante intempestiva pero, asombrosamente, la gente participaba como si fuera
de día y había cientos de llamadas.
La estructura del programa era sencilla: Tras los saludos
iniciales, el locutor proponía un tema de debate y leía un texto, generalmente
escrito por él mismo. Luego daba un tiempo prudencial para meditar con algún
tema musical (qué bien los seleccionaba, siempre a colación del tema) y ya después
comenzaba la participación.
Aquella noche el tema fue “sentirse aludido”. Con voz evocadora, y a ratos trémula, habló de
un despertar juntos en alguna habitación de hotel, de un desayuno sin prisas,
de un paseo por la ciudad, bebiendo de las fuentes sus aguas frescas. Proyectó
una búsqueda, un querer, una intención de ser. Recordó una playa solitaria tan
temprano, un amanecer con olas, una marea. Enarboló besos y relató silencios
misteriosos. Una ventana abierta y aquella puerta que se cerró inesperadamente,
¿por qué viento? ¿qué pasó?
Entonces quise llamar. Pero preferí estar a la espera y ver
si llamaba ella.
Enigmático y elegante, como todos tus relatos. Con una prosa podada, grácil y fluida. Cada historia daría para más de un programa de radio...
ResponderEliminarUna historia de amor y desamor contada indirectamente, de la que alguien se adueña al final, cambiando de protagonista.
EliminarAlusión, ilusión... ¿Emisión? (...) Omisión.
ResponderEliminarCPT
¡Qué concisión!
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