SUBTERFUGIO
Pero ¿qué me estás contando? Yo
nací el 22 de junio de 1980 y justo un año después se aprobó en España la ley
del divorcio. Mis padres fueron de los primeros españoles que se divorciaron.
Parece como si hubieran estado ahorrando para pagarse el divorcio desde el
momento en que ya se esperaba que no iba a tardar mucho en aprobarse la ley. Yo
tenía solo un año cuando mis padres lo firmaron. Pero espera, aún tengo que
decir más: a los pocos meses mi padre sufrió un accidente de tráfico que le
mantuvo en el hospital, muy grave, casi una semana. Hasta que no pudo más y se
murió.
¿Podéis imaginaros cómo crecí?
¿Qué tal si te cuento que no tengo ni una foto de mi padre? Absolutamente nada.
Mi madre se había encargado de quemar todo lo que no quería ver, todo lo que no
quería tener e incluso todo lo que no quería recordar de él. Los días siguientes al
divorcio hubo mucho fuego alrededor de mi cuna, aunque el verdadero incendio se
produjo casi un año antes, durante el embarazo, cuando se destapó la
infidelidad de mi padre y se hizo manifiesta la intención de mi madre de no
querer nada con él, nada de él. Esto que te digo lo sé de oídas, pero no de mi
madre, que jamás me habló mal de mi padre (tampoco tenía sentido hablarme mal
de alguien que ya no formaba parte de nuestras vidas, ni siquiera de este
mundo) sino de mis abuelos maternos que a veces el uno y otras veces la otra,
llenaban de historias y de cariño las tardes que pasaban conmigo después de
recogerme del colegio y hasta que mi madre venía a por mí, así me iban contando
las desavenencias que ellos habían vivido en vivo y en directo. Por cierto, los
otros abuelos también son dos desconocidos para mí, como mi padre, pues el
fracaso del matrimonio y la prematura muerte de su hijo, además (claro está) de
la negativa de mi madre a estrechar lazos con ellos, hizo que poco a poco se
desentendieran de nuestras vidas.
Desde bastante pequeño soy
consciente de que mi madre ha preferido vivir sola y solo conmigo. Según yo iba
cumpliendo años crecía mi admiración por ella porque a medida que yo formaba mi
personalidad ella demostraba a diario la suya. Cuento mi niñez y mi
adolescencia observando absoluto respeto a mi madre. No quiero extenderme en
explicaciones, solo pretendo que lo que te estoy confesando sirva para crear
una fuerte verosimilitud a lo que a continuación te digo:
Yo siento sincero respeto hacia
la mujer en general, me he criado en un ambiente organizado por una mujer que
siempre he visto como buena persona y ha sido sincera conmigo y ha puesto su
confianza en las personas que le importan. Poco a poco he ido comprendiendo la
importancia de los comportamientos en una pareja y he visto las graves
consecuencias que pueden acarrear los engaños y las mentiras. Por todo eso,
créeme, yo jamás engañaría a mi pareja, y ella lo sabe. Creo que debe estar
confusa con toda esa serie de casualidades que no comprende.
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