EL PINTOR Y LA MODELO
El pintor se enamoró de aquellos brillos y matices luminosos en su piel. Le habían encargado pintarla desnuda. El color marrón de sus tetas tenía el mismísimo tono que el chocolate con leche y sus areolas eran como castañas pilongas, también marrones. Marrón, su aroma a canela y café. Su pubis, marrón como la tierra fértil.
Terminado el encargo, la modelo se viste. El pintor no sabe cómo salir de aquel marrón.
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